El disfraz de Runner (sí, el tuyo)

Ahora que ya ha pasado carnaval, y por tanto la época de disfrazarse, quizás es el momento de hablar de un tema que hace tiempo que quería sacar a la luz. El título del post lo deja muy claro, porque sí, seamos sinceros, todo buen corredor lleva un buen disfraz de runner, y lo hace todo el año. No te engañes, tú, el/la que está negando con la cabeza también.

Un runner es como una cebolla. Está formado por varias capas, y según la intensidad del entreno hasta huele igual. Para hacerlo fácil, voy a explicar como es este disfraz según lo que se podría considerar un máximo exponente (nadie en particular, tranquilos), imaginando un runner que lleva todo lo habido y por haber. Sí, fijo que puede que os parezca «jocoso», pero la verdad es que en cierto modo cada uno de nosotros está muy cerca en algunos aspectos.

Si empezamos por la primera capa, la capa «en pelotas», aquí todos somos bastante parecidos. Tendremos más o menos pectorales (y siendo hombres, también vale el comentario), tendremos o no un embrión de tercera pierna, y dependiendo del tiempo que hace que corramos habremos perdido más o menos kilos. Hasta aquí todo normal…

La segunda capa es la primera capa interior (no donde está la belleza). Seria todo aquello que va por encima de la piel pero no se ve a primera vista. Aquí tendríamos las cremas y derivados. Empecemos con un básico para muchos, y más para los principiantes: la vaselina. Para los exagerados, la llevarían casi en todas partes excepto aquellas zonas que solo usarían en su intimidad. La verdad, de todas formas, es que se acercan a esas zonas… Tenemos pezones, cuello, ingles, axilas y plantas de los pies. Vamos, que como abraces a un runner desnudo fijo que se te escurre. Si hablamos de otras cremas, pues podríamos tener hidratantes, cremas para calentar los músculos antes de entrenar (¿por qué, vamos, para que calentarlos corriendo si tienes una crema?), cremas antiestrías, cremas termoreductoras para los abdominales o piernas… Y claro, otra muy importante dependiendo de la época puede ser la crema solar, para evitar esas marcas tan chulas de morenéz de cuello para arriba, la mitad de brazos, y solo las rodillas. Sexy, sexy…

Disfraz de corredor pistarunner

Una vez tenemos a nuestro runner bien cremoso, ahí todo él/ella con un color blanco Iniesta que ríete tú del original, pensaríais que toca ponerle algo de ropa, pero estáis equivocados. Os dejáis una cosa importante; la cinta con el pulsómetro. No voy a entrar en teorías de si es mejor correr con o sin (cinta, que no corazón). Y claro, si hay cinta, también hay reloj con GPS (o no), y a poder ser con múltiples funciones y deportes que te permiten calcular hasta el esfuerzo que haces cuando vas al lavabo… La leche, vamos. Por si nuestros datos no se guardaran correctamente, hay gente que lleva su pulsera biométrica también, no vaya a ser…

Antes de pasar a la ropa interior, nos falta la capa de «lesiones». Aquí tenemos las famosas cintas de fisioterapia de color azul, que muchos piensan que les dan un aire a Madelman o superhéroe recuperándose de una gran batalla, aunque la verdad más bien diría yo que a padre donde sus hijos se han divertido intentando pegarlo a la pared con cinta azul para cerrar cajas. Si esto no sirve, también están además las tobilleras, rodilleras, y todas las «eras» que sean de menester.

Pasamos a la ropa interior, donde cada uno tiene sus manías. Que sí slips, que si sujetador con agarre (algunos hombres también), que si calcetines para ampollas, medias de diferentes clases o calcetines y perneras a parte… Con esto ya podríamos ir terminando, ¿no? Pues va a ser que no. Nos hemos dejado la camiseta interior de compresión, imprescindible para lucir tipito, y los manguitos de brazos también compresores si queremos, para que nos sintamos como una auténtica butifarra bien embutida.

Pasemos a otra capa. Nos faltan los pantalones: de tenis, de fútbol, compresores cortos o largos, medias de pierna entera, o cualquier otra prenda que nos sirva. Si también son medias compresoras, seguramente la cabeza nos podría llegar a explotar porque la sangre tiene que circular por algún sitio, pero bueno… Y como camiseta, ¿que ponemos? Si no queremos ponernos una térmica por encima de la compresora, que seguro que hay gente que lo hace, ya tocaría la CAMISETA. Sí, esa cosa que no tenemos ningún runner. Esa cosa que nunca regalan en las carreras, y que nos encontramos hasta la sopa… «¿Cariño, que hay de cenar? Caldo Aneto con salsa de camiseta del domingo. La sopa es roja porqué ha desteñido…». Pues eso. Para gustos, por cierto, colores, y nunca mejor dicho. Hay algunas que parece que las ha dibujado el niño pequeño de dos años del que hacía la carrera, y otras que está claro que Salvador Dalí tenía un mal día. Eso sí, como sea de una carrera importante, no te la quitas de encima…

Ya casi hemos acabado, pero noooo…. ¡Ostia, que hoy hace viento! Pues nada, nos ponemos un paravientos y a volar. ¿Y el frio qué? Guantes, por dios, aquellos ultrafinos tan monos que es como no llevar nada. Aunque claro, mucho mejor eso, que no ponerse los de esquiar, los de ir en moto, o unos de cuero en plan: «soy un psicópata runner y voy a matarte». Y cuando el runner se pone los guantes, se da cuenta que se está olvidando de algo importante. ¡La cabeza! Bueno, esa en teoría la lleva, pero necesita cubrirla con algo, que sino no va a conjunto con el resto. Así que tenemos gorras, pañuelos o cintas para la cabeza, y claro está, las gafas de sol de 10 euros o menos que como mires directo hacia este se te quedan los ojos que ni Stevie Wonder (para los jóvenes, era un ciego que tocaba el piano y otras cosas).

¡Por fin hemos acabado! Pues creo que no… ¡Error! Hay mucha gente que sin música no es persona (¿será gato o piedra?), y necesita su reproductor mp3 con su fundita. ¿Pero, y si te llaman, o como me pasa a mi tienes que estar atento al maldito móvil del trabajo? Pues brazalete y móvil, y auriculares con bluetooth si te apetece, para que así sí alguien te llame piense que no estás corriendo, sino haciendo el amor con voz jadeante. No veas que risas cuando es tu abuela quien llama…

¡Ahora sí, ya está listo! Como runner bien preparado, con su disfraz perfecto, va hacia la puerta, la abre y se da cuenta de que lleva las llaves en su mano. ¿Dónde las mete ahora si resulta que todo es muy molón pero no tiene bolsillos? Pues se coge una riñonera de runner (que no de colegio), y las mete allí, junto con algún euro por si la tirada es larga, no encuentra ninguna fuente, y le da una deshidratación. También es una buena idea llevar algo de dinero por si se lesiona o le da un calambre (cosa que por cierto solo te puede ocurrir justo cuando estás a 10 o más quilómetros de tu casa), pero eso no sirve para todo el mundo. En mi caso, por ejemplo, en muchas de mis tiradas largas, digamos que los transportes están un poco lejos… Como no coja un jabalí o un tractor, lo tengo crudo. Esto sería todo lo que se necesita para un completo disfraz de runner, siempre y cuando no seas un Trail Runner, donde entonces la lista se multiplica por dos… Otro día ya os hablaré de los triatletas, ya veréis, nos vamos a echar unas risas importantes…

Ya para terminar, el runner, super contento, por fin sale a la calle dispuesto a darlo todo porque tiene una carrera, se mira los pies y dice: «¡Mierda, las zapatillas de correr y el chip!». Y solo cuando llega a la cursa después de cambiarse es cuando descubre que se ha dejado el portadorsales, el dorsal, y algún gel…

¡Salut y kilómetros!

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