¡Hola a todos! Sí, ya sé que hace días que no actualizo el blog. La razón es muy sencilla: tengo fascitis plantar en el pie derecho (y creo que también en el izquierdo) , y por tanto no puedo correr. Igualmente, el motivo de esta entrada no es éste. De esto ya os hablaré más adelante.
Hoy toca hablar de una buena nueva (parece algo religioso dicho así, pero no os asustéis). Anoche, el reportero más dicharachero del Baix Llobregat (sí, yo, ¿que pasa?), fui a la Fiesta del Deporte que se celebraba en el Parque de Can Mercader, donde la ciudad de Cornellà entregaba varios premios a clubes deportivos y deportistas que por su trayectoria o por lo que han hecho durante el año lo merecían. Evidentemente , como era de justicia, no había nadie que se lo mereciera más que nuestro querido sensei Paco. Bueno, sí, en Reyes Estevez seguramente también, claro, y el Club Cornellà Atlético que hacía 50 años, donde nuestro amigo Carles Font recogió el premio para la entidad, con el otro Paco y más integrantes del club.
Fue una de esas noches mágicas llenas de emociones y nervios. Como no podía ser de otro modo, muchos de sus discípulos estábamos allí, y los que no estaban, lo estaban en espíritu y en contacto permanente por whatsapp, tanto discípulos como corresolidaris. Antonio vino acompañado de su hija (más tarde también de su mujer), y Juanjo fue el primero en llegar. Óscar se situó con su familia en otro lado del escenario. ¡Eh, pero no avancemos acontecimientos!
Toda la movida comenzaba a las 21:00. Nos encontramos a las puertas del Parque de Can Mercader. A Paco se le veía nervioso, pero sobre todo, se le veía ilusionado. También iba acompañado de su mujer, aparte de todos los amigos y familiares que estábamos allí. Para entrar en el acto sólo se podía hacer con una invitación, que él nos dio. Todo un gran escenario se había montado para la ocasión, y calculo que entre trescientas o cuatrocientas sillas.
Amb en Juanjo, l’Antonio i família ens vam asseure on vam poder, i una mica més tard de les 21:30 un presentador va donar pas a la cerimònia d’entrega de premis. La veritat es que l’home ho va fer força bé, i va anar bastant per feina. Hi havia molts guardons per entregar, ja que Cornellà està molt Bolcada en l’esport: futbol, karate, atletisme, pàdel, petanca, escacs, handbol, voleibol, basquet…. Vaig anar seguint el paper on indicava l’ordre, fins que va arribar el torn d’en Paco. I qui podia ser la millor persona per entregar-li el premi a la seva trajectòria? Doncs en Reyes Estevez! Un gran moment impagable pel nostre sensei. Un premi, per cert, del Club de Atletismo Can Mercader.
La ceremonia continuó, incluyendo el premio que ya os decía para el Club Atlético Cornellà, y continuando con premios honoríficos a varias asociaciones, hasta acabar con el premio al propio Reyes Estevez. Todo ello, adornado con un video especial que se grabó especialmente para la ocasión donde salían todos los deportistas premiados (lo siento , no tengo el enlace). El alcalde terminó con una especie de meeting , aunque él dijera que no lo era porque ya habían pasado las elecciones, reivindicando , creo que acertadamente, eso sí, el papel a veces del periodismo donde sólo se dicen las cosas malas y no las buenas que se hacen. El final del parlamento fue ya hacia las 23:15, un poco más tarde de lo previsto.
En ese momento el hambre ya empezaba a estar en un punto peligroso que nos podía llevar al canibalismo, y cuando empezaron a sacar la comida en las mesas como si se tratara de una boda, todo lo que aparecía desaparecía como por arte de magia. Al principio, incluso daba miedo poner la mano para sacar una pasta, porque la sensación era de que podía ser engullida, pero con mi método infalible de hacerme el despistado circulando por las mesas salí bien harto. Nos faltaron los postres, o algo dulce, eso sí, pero eh, ¡no nos quejaremos!
Comimos, charlamos entre nosotros, conocí a la mujer de Oscar quien resultó ser una lectora de mi libro Hairago, y a quien además le gustó mucho (como la radio, he colado un anuncio de mi libro , ¡ole yo!), y como no podía ser de otro modo, nos hicimos fotos con Paco.
Por suerte, la fiesta ya terminaba cuando el puñetero móvil de guardia sonó, y tuve que marchar junto con el resto de amigos. Por cierto, antes de que me olvide, en cuanto a las fotografías que veis, algunas son mías, y otros creo que son de Oscar.
Fue una gran noche para Paco, y también para todos los que lo acompañamos en un momento tan importante. ¡Eh, y que conste que no lo digo por la comida y la bebida! El mejor instante para todos sus discípulos, familia y amigos fue poder ver que cuando él estaba allá arriba, en la tarima con el premio en la mano, era como si nuestro espítiru estuviera a su lado, y que seguramente también lo estaba el de su primer maestro, Agustín Calvo, sonriendo lleno de alegría a su lado.
Hoy toca un final diferente: ¡Salud y kilómetros, sensei!